Saturday, November 28, 2015

Pedagogía del Padre Kentenich

Pedagogía kentenijiana para los nuevos tiempos
Diana Alejandra Espinoza López y Erika Lucero Zaldívar Santana

Una persona en edad escolar está más de la mitad de su día inmerso en sus clases  y/o tareas. Por lo tanto, es importante que las escuelas y maestros se tomen en serio su labor como educadores. Su ejemplo y palabras afectan al alumno tanto consciente como inconscientemente.
Debido a esto, el hombre actual es un ser desvalorizado, centrado en sí mismo, individualista, que hace de todo pero sólo superficialmente. Es un hombre masa: un ser hecho en serie que no se atreve a nadar contra corriente. Este es un problema que comienza con la educación.
Además, sin un buen nivel educativo, no hay crecimiento económico en una sociedad. Isabel Neira asegura que “la educación secundaria y universitaria
contribuyen al incremento de la productividad del trabajo… la primaria es fundamental para lograr el descenso de las tasas de natalidad, la reducción de la pobreza y la realización personal de todos los individuos”.

Lamentablemente, el nivel educativo en México es deplorable y la INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) nos dice que solamente 3 de cada 100 niños mexicanos llegan a la universidad. Muchos dejan la escuela por problemas económicos pero muchos otros la dejan al no encontrarle el gusto. Se sienten incomprendidos por sus maestros y compañeros, no se fomenta un ambiente agradable y si no cumplen con el estereotipo del alumno “perfecto”, no se les toma en cuenta.
Los alumnos tienen habilidades que no son explotadas, los métodos de aprendizaje no funcionan para todos y se mide su inteligencia y capacidad con un número. Paulo Freire (2002) hablaba de que aprender implica movimiento… los roles no son estáticos, sino rotativos entre el que enseña y el que aprende; intercambiar, aprender del otro y de su particular manera de ver y concebir la realidad”.
Así pues, surge el imperativo de mejorar el sistema educativo.
El padre José Kentenich tenía un modelo pedagógico que se basaba en la confianza, el ideal, las vinculaciones, la libertad y el movimiento – que aplicaba a los seminaristas bajo su tutela. Esta propuesta podría revolucionar la educación en México. El padre decía lo siguiente:
Educar significa: acoger vida, despertar vida y transmitir vida. Cuenten con fracasos. Deben tomarlos como algo sobreentendido. Los fracasos en la educación significan el mayor éxito para nosotros. ¿Por qué? Porque estos fracasos nos vuelven pequeños. Son para nosotros escuela. El fracaso convierte al sembrador en semilla.
En este sistema pedagógico se toma a cada quien como un ser humano con toda la dignidad que eso supone y no sólo como un número o una colegiatura. Es un miembro de una comunidad que tiene una misión (ideal) –que será la brújula que lo guíe en la toma de decisiones –. Se crea a un hombre “recio, libre y sacerdotal” en palabras del Padre Kentenich que actúa por convicción y no por costumbre, libre para tomar decisiones, que se conoce y desarrolla su originalidad.
Se pone fin a la “educación bancaria” como la llama Ana Pampliega de Quiroga, “donde hay alguien que deposita el saber en otro que no lo tiene”. Más que imponerse con poder, enseñar con amor y confianza.
Aplicar esta pedagogía  revolucionaría la educación en México. No solamente subiría el nivel educativo al explotar las fortalezas de cada uno y, por lo tanto, hacerlos sentir cómodos sino que se crearían ciudadanos participativos e integrales.
Desde luego, el cambio debe ser gradual. No se puede esperar que todas las escuelas cambien el programa que han usado por décadas sin oponer resistencia. Además los alumnos de grados superiores ya están acostumbrados al sistema educativo actual. Por lo tanto, lo más viable es implementar este modelo en preescolar y educación básica, para que el niño crezca con esa mentalidad y desde pequeño se le enseñe a conocerse, desarrollar sus debilidades y un pensamiento crítico que lo lleve a exigir una educación de calidad adaptada a sus necesidades.
El tiempo nos pide crear hombres nuevos para la nueva comunidad. No es suficiente nadar contra corriente, hay que hacer que los peces cambien de dirección.



Fuentes de referencia:
·         Neira, I.. (s.f.). Educación y desarrollo económico. Noviembre 25, 2015, de Enciclopedia y Biblioteca Virtual de las Ciencias Sociales, Económicas y Jurídicas Sitio web: http://www.eumed.net/cursecon/colaboraciones/aeeade47.pdf
·         Freire, P. (2002) Pedagogía de la autonomía. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
·         Kentenich, J.. (1970). Documentos de Schoenstatt. Santiago, Chile: Nueva Patris.

·         Pampliega de Quiroga, Ana (2001) Buenos Aires: clase dictada en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.

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